El salmorejo es una joya de la cocina
española (andaluza, manchega, extremeña) que, como es lógico, en cada casa, en
cada pueblo, en cada provincia, lo hacen de una manera, aunque suele ser muy
parecido y siempre está bueno.
En esencia es tomate, pan, ajo, aceite de
oliva y sal. Las proporciones pueden variar, pero viene a ser algo así:
Media barra de pan, kilo y medio de
tomates, cinco o seis dientes de ajo y 200 c.c. de aceite. Sal a voluntad.
Lo mejor para hacerlo es una túrmix (o
una termomix), pero con una minipimer se puede hacer también. Se convierte todo
en un puré espeso, y listo. Se sirve frío, claro está, de nevera, y por encima
se adorna con huevo duro y jamón, todo picado, y un chorrín de aceite de oliva.
Durante estos meses de mayo y junio he
tomado varios en lugares diversos de la geografía española, y en todas partes
lo sirven en plato sopero (como el de la foto). Tiene una ventaja sobre el
gazpacho, y es que, por lo que sea, no lo hay de tetrabrick, porque también he
tomado algún gazpacho, y en varios lugares me lo han dado de conserva (!).
Una alternativa a esto del salmorejo es poner menos pan (la mitad de lo dicho o
menos) y añadir una manzana verde sin pelar (con la piel), aunque partiéndola
en cuatro y quitándole el centro.
Más cosas de cocina hay AQUÍ y AQUÍ, y acción y aventura de
Camargo Rain, que tampoco es una tontería, AQUÍ.
Y fotos de última hornada sobre la
geografía española, AQUÍ.
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