Dadas las fechas que corren, y los temporales que últimamente transitan sobre la península, pongo esta receta que imagino que será del gusto de muchos.
Esta forma de cocinar garbanzos es la más
adecuada si por razones de edad –o de cualquier otra clase– se quiere que el
guiso no tenga grasa. A los niños, cosa rara, les gusta.
Medio kilo de garbanzos remojados con
bicarbonato, bastantes acelgas picadas, cebolla, ajo, zanahoria, nabo, patata,
salsa de tomate y aceite de oliva.
En una cazuela se ponen a cocer los garbanzos
con el agua del remojo, y cuando hierven se espuman. Una vez establecido el
hervor se añaden zanahorias en discos, nabos en trozos, una cebolla y varios
dientes de ajo, todo picado, y muchas acelgas (todo, lo blanco y lo verde) bien
lavadas y picadas. También se añade un buen chorro de aceite de oliva.
Cuando llevan dos horas cociendo a fuego
lento –con la cazuela tapada y que se vea que aquello tiene bastante agua–, se
añade una patata entera y se deja otra hora. Al cabo de dos horas y media (o
tres) debe estar hecho perfectamente, lo que se nota en que los garbanzos
siguen enteros pero resultan como mantequilla. A continuación se añaden dos o
tres cucharadas de salsa de tomate y se deja reposar hasta el día siguiente, en
que se recalienta (a fuego lento para que no se agarre, aunque como queda con
bastante líquido no se suele agarrar) y se come.
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